viernes, 11 de marzo de 2011

la educacion moral huehuetlatolli ( palabras de los ancianos )

El concepto náhuatl de la educación
Los textos a continuación van a presentarse provienen del conjunto de información en lengua náhuatl recogidas poco después de la conquista principalmente por los Olmos Sahagún.
Para poder penetrar un  poco en los ideales de la educación entre los nahuas, es necesario partir de otra concepción suya fundamental. Me refiero al modo como llegaron a considerar los sabios nahuas lo que llamamos “persona humana”. Para no desviarnos del tema principal brevemente diré que se encontraron en los textos algo que se repite especialmente en plásticas o discursos: al referirse el que ha tomado la palabra a aquel con quien está hablando, se expresa lo siguiente: “Vuestro rostros, vuestro corazón”, Obvia mente se designa con estas palabras la persona del interlocutor.
In ixtli, in yóllotl, “la car, el corazón”, simboliza siempre lo que hoy llamaríamos fisonomía moral y principio dinámico de un ser humano.
Pues bien, la concepción náhuatl de la persona como  “rostro y corazón” es punto clave de su concepto de la educación. El siguiente texto, recogido por Sahagún se describe el supremo ideal del “hombre maduro”, mostrara mejor que un largo comentario el papel fundamental del “rostro corazón”, dentro del pensamiento náhuatl acerca de la educación.
El hombre:
Corazón firme como la piedra,
Corazón resistente como el tronco de un árbol;
rostro sabio,
Dueño de un rostro y un corazón,
hábil y compresivo.[1]
Ser “dueño de un rosto y un corazón” se refiere al auténtico hombre maduro (omácic oquichtli) En aquel tiempo el no poseer “un corazón” tendría entonces que ocultar “su corazón amortajado” y cubrir con una máscara su falta de rostro.
Pero hay algo más  el texto citado no se dice únicamente que el auténtico hombre maduro “es dueño de un rostro y un corazón”, sino que se añade que posee “un rostro sabio” y “un corazón sabio como la piedra”. Estos cambios están presuponiendo, que “el hombre maduro” ha recibido el influjo de la educación náhuatl.
Entre los diversos atributos del temachtiano o maestro náhuatl se distinguen dos clases. Por una parte, aquellos que se refieren a “hacer que los educandos tomen un rostro, lo desarrollen, lo conozcan y lo hagan sabio”. Y por otro lado los que humanizan el querer de la gente y hacen fuertes sus corazones.
En la educación náhuatl existen informes donde se menciona que los jóvenes tenían reglamentos, en los que se especifica que es lo que se enseñaban a los jóvenes nahuas, y como se llevaba a cabo la formación de su “rostro y corazón”
Las tareas como el traer cuentas, barrer los patios, ir a buscar puntas de maguey, etc. eran labores que los maestros desarrollaban en los estudiantes el sentido de la obligación y responsabilidad. De esta manera se iba dando firmeza a la voluntad, o como decían los nahuas “al corazón” de los educandos.
La transmisión de los cantares, especialmente de los llamados “divinos”, donde se encerraba lo más elevado del pensamiento religioso y fisiológico de los nahuas. Aprendían así mismo el manejo del tonalpohualli o “cuenta de los días”; la interpretación de los sueños y los mitos componían una gran importancia en las enseñanzas en los centros nahuas de la educación.



[1] Códice Matritense de la Real Academia, edición del paso y Troncoso, vol. VIII, fol. 109, vuelto.

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